Autora: Lourdes Hernández
El error más común de los emprendedores es tener la idea, el producto, la habilidad para dar el servicio, el logo, la papelería, pero no llegan los clientes.
Dicen que sin fracaso no hay emprendimiento, pero podemos prevenir el desastre tomando en cuenta lo siguiente:
- Cuáles son mis clientes: identificar los clientes es la clave del éxito de un emprendimiento. Conocer su probable consumo, si son hombres, mujeres, sus edades, qué ingreso tienen, sus necesidades de compra. Asegurar un número base de clientes antes de arrancar el negocio.
- Procurar tener un mercado cautivo: cuando está claro el grupo objetivo, hay que encontrar en qué lugares se reúnen mis clientes, dónde se puede generar alianzas, y así tener un mercado cautivo. Por ejemplo, si vendo calentadores, puedo acudir a colegios o ligas barriales y ofrecer mis prendas.
- Definir claramente los mercados geográficos: conocer las zonas o regiones geográficas donde están las personas que van a necesitar mi producto. Qué diferencias hay entre la costa y la sierra, por ejemplo, entre la zona comercial de la ciudad y la periferia. Cómo se van a comercializar los productos y cómo se distribuirán.
- Valorar la competencia: no es bueno ni malo tener competidores. Desde el punto de vista del cliente, es muy bueno porque tiene alternativas de productos y precios. Como emprendedor, hay que conocer las marcas que ofertan nuestro producto o dan nuestro servicio, estudiarlas y seguir adelante con lo nuestro. La “copia” no se recomienda, sí el trabajo serio, creativo, con metas claras.
- Comunicarse con los clientes: basta una interacción con un cliente para saber sus gustos y necesidades. A partir de ahí, es preciso comunicarse con cierta frecuencia a ofertar aquello que le gusta. Las redes sociales son una buena forma de comunicación, aunque el contacto directo es lo recomendable con los buenos clientes. “Llegaron nuevas telas, tenemos una línea de muebles, este es nuestro nuevo menú”, son ganchos para que vuelvan y además se sientan tomados en cuenta.
- Construir el prestigio: además de la buena imagen del producto, del empaque, de un servicio de calidad, es clave creer y fomentar la sostenibilidad en el entorno del negocio: precios justos, cuidado del ambiente, respeto a personas con capacidades especiales, son principios básicos de un emprendimiento que dicen mucho de sus fundadores y de su filosofía de vida.
- Hacer estudios de mercado: volvemos al punto uno y es identificar a nuestros clientes. ¿Cómo se logra esto? Con observación, con experiencia y con investigación de mercado. Solo así se conoce directamente al cliente, su opinión y sugerencias.
- Aplicar el marketing: las técnicas de marketing no paran de innovar. Hay que estar al día con el telemarketing, el marketing social y digital, el neuromarketing, y aprovechar sus tácticas.
- Contar con personal positivo: las personas positivas tienden a influir en el buen funcionamiento de la empresa. En cambio, las negativas ralentizan los procesos y además contaminan al resto. Hay que elegir personas que quieran contribuir con sus ideas y experiencias en el éxito de la empresa. Si como emprendedor no se tiene la habilidad de captar talento humano, conviene asesorarse con una persona experta que realice un buen proceso de selección.
Fuente: Sin fracaso no hay emprendimiento, por Gary Flor.